Imagenes

Imagenes

miércoles, 7 de abril de 2010

CRÓNICA FESTIVAL DE TEATRO...

Hola a todos... Mi nombre es Harold A. Ramírez Flórez.


VISITA AL FESTIVAL DE TEATRO


Después de haber hablado con mis compañeros de clase, Gina Gordillo, Jhonatan Díaz, Ricardo Arboleda y Andrés Chaparro, acerca de cuál obra y cuándo iríamos a verla; sabiendo que teníamos a nuestras puertas la Semana Santa y cada uno de nosotros de una u otra manera, teníamos planes particulares para esos días; por más que habláramos una y otra vez del tema, no llegaríamos a ningún acuerdo.

El día Sábado 27 de Abril del presente año, llegó parte de mi familia y ahí empezó mi plan familiar para Semana Santa.

Al día siguiente nos fuimos, mi familia y yo, a disfrutar del Festival de Teatro que se estaba ofreciendo en la Caja de Compensación Familiar COMPENSAR. A la entrada de la Caja de Compensación, un grupo de personas danzaban y hacían coreografías de la Capoeira demostrando sus habilidades y aptitudes en ésta disciplina. Ya en el interior de las instalaciones pude observar que estaba en otro mundo, donde las personas dejan volar su imaginación y la creatividad está a flor de piel.

Parte del teatro callejero nos dejó ver las capacidades que tiene una persona, con estudio y disciplina, para manejar una máquina. Como llantas de bicicleta, dos ruedas gigantes con un tubo y pedales en el centro, posadas en la plaza central, esperando por la persona que la va a manipular. En un circulo trazado con cintas amarillas y la gente alrededor observando el espectáculo, empezó la función llena de destrezas y piruetas realizadas por dos artistas cuya nacionalidad no recuerdo, pero nos llenó de suspenso y admiración, porque como dije anteriormente, sus capacidades y habilidades salieron a relucir en su presentación.

Al término de la función seguimos nuestro recorrido, personalmente admirado por la infraestructura del edificio y la belleza de los diferentes sectores del lugar, hasta llegar al Polideportivo del lado sur que fue donde al final compramos las boletas para entrar a ver la obra Macedonia.

Tenía mucha expectativa de la obra, porque era la única que se acomodaba al gusto del niño, al de mi esposa y adicional al mío. Como ya lo mencioné, la obra era Macedonia interpretada por un grupo argentino conformado por cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, llamado Improcrash.

La afluencia de gente a la obra fue bastante generosa y nuestra ubicación en la gradería del Polideportivo fue bastante buena, no quisimos hacernos en el primer piso, tal vez adivinando que en primera fila éramos más propensos a interactuar con los artistas, por lo cual decidimos hacernos en el segundo piso en la parte central. Al comienzo de la obra, los personajes hicieron su presentación en medio de la música y el baile llamando principalmente la atención de los niños por su coreografía y movimientos articulados como robots dispuestos a brindar alegrías e interactuar con la gente. La metodología de los actores para realizar la primera escena, era preguntar al público acerca de sus gustos, miedos, sueños, pesadillas más comunes. A lo cual los niños saltaron diciendo: “La llorona, lluvia de hamburguesas, el coco…” Lo cual generó risas entre el público y el actor atinó a decir “sabrá puta mierda lo que es la llorona”, pero con un tono tan sutil que la gente siguió riendo y los actores se prepararon para la escena improvisada con las palabras expuestas por el público, dándonos a conocer sus habilidades con la manipulación del escenario y las historias creadas con base a los pensamientos o sentimientos de las personas.

Al término de los quince minutos los actores improvisaron su segunda escena donde preguntaron al público infantil qué querían ser en un futuro. Las dos actrices se acercaron al público y llevaron al escenario tres niños y un adulto para que les ayudara a desarrollar los papeles principales de la película que en pocos minutos empezaría a rodar. Uno de los niños interpretó al médico, otro al hijo angustiado por su padre que se encontraba bastante enfermo y debía ser atendido de urgencia. La niña era la secretaria del director de la película y los otros actores interactuaban como enfermera, como la voz de la conciencia para el padre enfermo (le decía al adulto qué hacer) y como el mejor amigo del hijo que tenía su padre enfermo. La escena resultó ser muy divertida porque, como era de esperarse, los niños son muy espontáneos y todo es natural para ellos; mientras que la persona adulta se le notaba el nerviosismo y el no saber qué hacer en el escenario.

En la tercera escena, representan a una estudiante con problemas mentales y adicta a las hamburguesas, las personas le parecían hamburguesas. El padre muy desesperado acude a una bruja vegetariana que le aconseja un exorcista para decesoxisarla y sacarle el demonio de las hamburguesas que la posee. Después de pasar por esa decexorsisación, como él decía, de las hamburguesas pasó a ser adicta al tamal……. Fue una de las escenas que más llamo la atención del público en general, porque siendo argentinos y al no saber que putas era la llorona, lo manejaron de una manera muy inteligente al hacer llorar y llorar a la estudiante por una hamburguesa, así ya se hubiese comido una; adicional las palabras que utilizaron lograron su objetivo.

Hubo dos escenas más donde los niños se reían y el público en general gozábamos al transportarnos a la infancia y disfrutar de cierto modo la inocencia y la naturalidad de serlo, como también la constante improvisación de los actores que iban moldeando la historia de acuerdo a las circunstancias.

Al término de la función, salimos a recorrer los sitios que no habíamos visto a la entrada del lugar; llegando a unas pequeñas carpas de circo donde los cuenteros llamaban a los niños que se encontraban alrededor para que asistieran al interior de su improvisada sala de teatro, dando vida a sus muñecos y marionetas envueltos en fantasías e historias que captaban la atención de los asistentes.

Recorrimos el lugar, mientras los payasos y malabaristas a nuestro alrededor hacían sus piruetas y enseñan a grandes y chicos a manipular los diferentes juguetes, típicos de un circo. También vimos, por un momento, una banda compuesta por tres integrantes pero lo que nos llamó la atención de la banda era que había un actor de televisión entre ellos, Diego Cadavid. La música, como lo he pensado desde que llegué a Bogotá, era estilo metalero y rock pesado, típico en gran parte de los jóvenes en ésta ciudad. No duramos mucho ahí y fuimos buscando la salida, no sin de paso admirar las artesanías y curiosidades que también se ofrecían en el Festival.

Salimos con comentarios positivos del Festival y personalmente, con una opinión muy diferente de lo que era un evento como éste. Más aún sabiendo que iba a entrar a una obra familiar donde lo que imaginaba era un cuento estilo Caperucita Roja, Hansel y Gretel. Vaya sorpresa la que me lleve!!

Fue una experiencia muy agradable y ojalá sean muchas más las personas incrédulas como yo, las que vayan al Festival. Sea la obra que elijan, yo sé que no se arrepentirán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario